Crónica V Gran Canaria Maratón: Mi debut en filípides

Posted: 10 febrero 2014 by Ale in

Hola amigos runners, después de más de dos años sin escribir nada en mí blog he decidido dedicarle algunas líneas y más porque creo que la ocasión y el acontecimiento que he vivido hace algunas semanas así lo merecían. Mi última entrada en el blog fue nada más y nada menos a finales de 2011 pero no porque no haya estado sin hacer nada. Por suerte en esta temporada las lesiones me han respetado y he seguido entrenando y compitiendo como antaño, lo único que como saben muchos, otras labores que hago, requieren también de mi tiempo y dedicación.

Alexander Pérez
Día 26 de enero de 2014, el día que llevaba esperando desde hacía mucho tiempo, podría decir que desde que me puse unas zapatillas por primera vez y me dio por esto de correr haya por finales de 2008. Me había decidido por fin, correr y debutar en una maratón y la elegida fue la de la isla vecina, “La Gran Canaria Maratón” que este año tenía como padrino de honor al gran Don Haile Gebrselassie, plusmarquista mundial y el mejor atleta de todos los tiempos, ahí es nada.

El gran Haile Gebrselassie y Alexander Pérez
Este día me levante a las seis de la mañana para desayunar en el buffet del hotel junto con los demás compañeros de equipo. Había quedado con Ito y Abraham, los más madrugadores. Luego se incorporarían David, Germán y Carmelo. Antes de bajar me asomé a la ventana y al mirar al cielo aun oscuro, augure mis mejores presagios, Las Palmas estaría nublada y con menos viento que el día anterior. En el restaurante del hotel muchas caras conocidas, atletas de élite como la del olímpico José Carlos Hernández o la campeona Tamara Sanfabio. También la de un amigo y conocido de la federación, el palmero presidente del Comité de Jueces, Alberto Fernández al que salude y felicite por su designación por parte de la RFEA.

El desayuno liguerito y sin experimentos de última hora. A estas alturas experimentos con gaseosa sería una auténtica locura y un billete directo al fracaso. Los nervios me invaden pero intento dejar la mente en blanco.

el material de guerra
Después de desayunar regreso a la habitación y me voy preparando. La cabeza me da vueltas y aprovecho para mentalizar la carrera antes de la salida. Como dijo mi amigo grancanario Manuel Robaina, terminar una maratón “es nuestra GLORIA, esa que tanto cuesta conseguir y, sobre todo, que tanto cuesta CREER que vas a conseguir”. Me despido de mi mujer Yanet y mi hija Naiara, ellas se quedarían a ver la salida por televisión ya que este año, Televisión Canaria emitía en directo la carrera.

Alexander y un grande de la comunicación, Alberto Hernández
A las 8:00 bajo y busco al resto de la tropa. Nos dirigimos a la zona de salida y hacemos un pequeño calentamiento y unos estiramientos. A unos diez minutos de la salida, la música, el sonido del público y como no, los comentarios del speaker de Teledeporte Alberto Hernández, me ponen los pelos como escarpias. David y yo nos colocamos en el cajón que nos correspondía. Se da la salida y el ambiente es impresionante. En unos pocos minutos empiezo a coger el ritmo deseado.

Ale y David minutos antes de la salida
Ya desde los primeros kilómetros comienzo con la estrategia. La misma no era otra que tener siempre en mente el objetivo de terminarla y al poder ser, disfrutándola. Si todo salida bien sobre la una del mediodía (cuatro horas más tarde del pistoletazo de salida) sería ya un maratoniano y todos estos meses de sacrificio y horas interminables de entreno tendrían sus frutos. Por dicho motivo no quería pecar de confianza e ir a 5:30 min/km aunque fuese hasta la media maratón y luego según las fuerzas, ya vería. David se me escapo un poco pero no por muchos metros. Yo lo divisaba siempre a unos 30 metros delante de mí.

Los primeros kilómetros fluyo muy bien y es entonces cuando salgo de mi trance y empiezo a disfrutar la carrera de verdad. Aunque llevaba cascos con un repertorio de temas houseros, mi música favorita, los llevaba a un volumen medio por lo que escuchaba sin problemas los jadeos de los corredores y los aplausos y ánimos del público.

Dejo atrás las calles Doctor Francisco Pérez, Luis Doreste Silva, la  Avenida  Juan XXIII, Avda. Marítima y llegamos a la zona portuaria. Llevaba desde la salida con muchas ganas de orinar y fue por el kilómetro seis aproximadamente donde hice la parada. Curiosamente habían muchos más corredores haciendo la paradita de rigor y casualidades también estaba mi amigo David. Salgo antes que él pero mi ritmo era el mismo y antes de llegar a la Playa de las Canteras me dio caza y me paso de nuevo.

Juan Carlos Granado, Alexander Pérez y José Carlos Hernández
Por esa zona de Las Canteras otra vez el público es importante y sus gritos y aplausos de ánimos hacen llevar mejor la carrera. A la altura del kilómetro 10 me tomo el primer gel y sin saberlo, ni quererlo, este me traería posteriormente un error garrafal que terminaría pagando bastante caro. Paso el kilómetro 11, 12 y 13 y me incorporo a La Avenida Mesa y López. Es aquí donde viví uno de los momentos más bonitos y emotivos de la maratón y que seguramente nunca olvidare como atleta popular. Los coches que estaban parados por el otro carril mientras pasábamos, lejos de pitazos y conductores con caras largas, bajaban del coche y se acercaban a los corredores aplaudiéndoles y corriendo detrás de ellos. Esto me dejo muy emocionado y me di cuenta de que esta carrera es muy diferente a las demás. La ciudad y todos sus habitantes esa semana se vuelcan con la prueba y cada persona, sea corredor o no, la vive y la siente como suya. Sin duda alguna, impresionante y todo un ejemplo de civismo.

Prosigo por las calles Presidente Alvear, Barcelona, Luis Antúnez, Leopoldo Matos, Puccini, Hermanos García de la Torre, León y Castillo, Triana, esta última también con bastante gente entregada al máximo y eso es impagable ya por el kilómetro 18, ya quedaba muy poco para completar la media maratón y primera vuelta de mi sueño.

Un servidor, David, Ito, Abraham y Germán. Dream Team Triabona
Subo por las calles Travieso, General Bravo, Muro y Obispo Codina. Miro el reloj y voy bastante bien de pulsaciones pero no sé qué me pasaba porque las piernas ya me comenzaban a flaquear y eso no estaba dentro de los planes antes del 28 o 30 más o menos. Prosigo por la Espíritu Santo, San Agustín, Mendizábal, Lentini, Losero y me incorporo de nuevo a la calle Triana. Ya solo me quedaba la calle León y Castillo, Muelle de Las Palmas y Venegas para pasar por meta.

Paso la media maratón en un crono de 2:01:00 horas, tiempo algo superior a lo que pensaba pero acabarla en cuatro horas aún seguía siendo posible. No obstante estaba un pelín preocupado porque las piernas me pesaban demasiado y los kilómetros me empezaban a pasar factura. Me habían dicho y había oído hablar del famoso muro pero que normalmente este se encontraba a la altura del 32 en adelante, no en el 21. A pesar de esto tengo que decir que el circuito en sí es muy llano y solo presenta algunas dificultades orográficas al salir de la zona de Las Canteras y de Triana camino de La Catedral. Otra pequeña subida fue al salir de Vegueta pero ya digo, muy poca cosa y el recorrido es casi todo llano.

Un poco antes de haber pasado los 21 kilómetros me había tomado el segundo gel y sin darme cuenta, el sol empezaba a dar fuerte. El dulzor del gel más el color hizo que solo quisiera beber agua. Pasaba por los puestos de avituallamiento de isotónica y renuncie a todos. Pensaba que solo bebiendo agua cada 5 kilómetros me iba a ser suficiente pero osado de mí. No pensé en ningún momento que esa pesadez que llevaba en las piernas era por relación a este fallo garrafal.

Nos pusimos finos en la Pasta Party...
Van pasando los kilómetros y no sé qué me pasa, por mucho que tiro ya me estoy yendo por encima de los 6 minutos el kilómetros y lo más triste y extraño era que de pulsaciones y de cabeza iba bastante bien, lo que no tiraban eran las piernas y ambas espesaban hacer como dos bloques de hormigón.

Kilómetro a kilómetro voy tirando como podía pero ya en el 28 se me había acabado la gasolina y viendo que al final se me iba a ir de 4 horas, decidí ponerme andar un par de minutos. Así fui tirando hasta el final, corriendo dos o tres kilómetros y caminando otros tantos, jejeje.

A la altura del kilómetro 38 me estaban esperando mi mujer y mi pitufina. Recuerdo que corrió junto conmigo algunos metros pero por supuesto, a mí ritmo, ya que ella con la alegría y la emoción de acompañarme, parecía que iba a ritmo de record mundial, jejeje. Un poco después de encontrarme a la familia vi como un grupo de personas animaban sin parar y hacían el pasillo a los corredores, un bonito gesto, muchas gracias.

Ya me quedaba muy poquito y a la altura del Parque de San Telmo escucho mi nombre. Allí estaban los compañeros de equipo, Víctor y Carmelo dándome un último empujón. Ya solo me quedaba la recta de la calle Muelle de Las Palmas y Venegas. Aquí veo ya a mi amigo y compañero del Triabona, Abraham González. Este me acompaña en mis últimos metros a meta. Veo también a muchos compañeros del 4MTrail e Ito y escucho de nuevo mi nombre por todos lados, intento ponerles cara pero la verdad que la emoción y la euforia a estas alturas es máxima.

La gente te empuja con sus gritos y en la recta de meta sentí una sensación increíble y difícilmente de describir, parece mentira pero en ese momento no quieres que acabe cuando más atrás lo único que pensabas era en eso. Lo había conseguido, por fin había terminado una carrera de 42,195 metros y podía decir por experiencia, eso de yo soy maratoniano.

Ale y David
La marca 4:30:28, pero eso es lo menos importante dado que el objetivo no era otro que terminar y disfrutar de la experiencia. Un nuevo objetivo, un nuevo reto que por suerte como todos en la vida, se van consiguiendo a base de constancia y sacrificio, no hay otro secreto.

Después de haber cruzado la meta lo único que quería era buscar una sombra donde poderme sentar, cosa que no suelo hacer nunca ya que me gusta caminar unos minutos después de haber terminado pero las piernas no podían más. Un amigo que pasaba por ahí, Nacho Martín, me vio y me dijo que de sentarme nada, que fuera a meter las piernas en agua fría y hacerme un masaje en la zona habilitada para ello. Me desplace hasta allí y cuando llegue le dije a una chica que quería hacerme un masaje pero que me encontraba un poco mareado. La chica que era muy amable y simpática me dijo que si quería que avisara a un médico y por supuesto le dije que sí. Al rato llego un médico y una doctora y me miraron la tensión y me pincharon para tomarme la glucosa. Al final la historia fue que me había deshidratado y la tensión la tenía a 70. La pesadez de las piernas en ese momento tuvo su explicación. Por haberme saltado esos valiosos puestos de isotónica, sumado al calor de la segunda vuelta de la carrera hizo mella y tuve este final. Me estuvieron tomando la tensión varias veces y me estuvieron dando Aquarius y agua hasta recuperarme.

Este largo y duro camino lo pude atravesar de mejor manera gracias como no a mi entrenador, el atleta y amigo Francisco Viñoly, fue el quien me marco las pautas e hizo de mí que me lo creyera desde el principio hasta el día de la prueba, muchísimas gracias Fran. A Yanet y Naiara que decir de ellas, mejor no decir nada ya que si se lo agradecería por aquí, saldría un auténtico pergamino. A mis amigos y compañeros del Triabona y de otros equipos, mil gracias por sus consejos, sugerencias y largas horas de entreno y tiradas de fin de semana juntos, José María, David, en fin, ya saben, todos…. Y por supuesto a mis padres, mi hermano, a todos mil gracias.

Ale e Ito hidratándose 
Por fin ya soy maratoniano y sin duda a pesar de lo dura y exigente que es, es una de las pruebas más apasionantes y bonitas que hay. La he disfrutado y con eso es con lo que me quedaré para siempre. Porque terminar una maratón es una sensación única que sólo conocen quienes lo han hecho. Como dicen y he leído por ahí “Ya formo parte de ese 1% de la humanidad, que ha completado alguna vez en su vida, una carrera de 42 kilómetros y 195 metros”.

Mi medalla finisher
Durante todos estos meses de entreno por suerte no me prive de nada en cuanto a comida se refiere. Los que me conocen saben que soy un goloso pero si es cierto que en las últimas semanas me controle y cuide al máximo. Por dicho motivo y después de haber conseguido el objetivo, me quise dar un homenaje y el día siguiente de la carrera me fui a comer la hamburguesa más grande que pille, seguido de un
brownie XXL, postre que le saque una foto para recordarlo el resto de los días jejeje. Estas cosas tan simples parece mentira pero son los que le dan sentido a la vida…

el famoso brownie gigante...
Muchas gracias y hasta otra nueva ocasión.